El gran Imperio Romano se extendió por casi toda Europa, el norte de África y Medio Oriente. En cada sitio al que llegó, dejó su impronta. Sus límites fueron amplios pero, en la actualidad, solo quedan algunos vestigios de su paso, ya sea por el deterioro o por el avance de otras civilizaciones. Sin embargo, en un reciente estudio, un grupo de arqueólogos halló que frente a la costa de Campo di Mare, a pocas decenas de kilómetros de Roma, hay una pequeña ciudad que se hundió hace siglos debido a cuestiones climáticas imposibles de frenar.
Italia fue el epicentro del imperio, de ahí que se encuentren las mayores estructuras edilicias, muchas de las cuales están a simple vista. Otras, en cambio, aún no se han descubierto, como sucedió con la estructura circular al borde de la playa de la pequeña localidad costera de la región del Lacio.
En 2021, la zona se convirtió en un punto de interés para los arqueólogos por la aparición de una columna de mármol cipollino con su capitel jónico hundida, y la cual las arenas del mar Tirreno cubrieron parcialmente. Como resultado de una expedición, notaron que era parte de una edificación cónica mucho más grande, de 50 metros de diámetro y que se ubicaba a metros de la playa.
Para los expertos del Soprintendenza Archeologia Belle Arti Paesaggio Etruria Meridionale, estos restos pertenecieron a un pabellón portuario que construyeron los romanos. Ante esto, este 2024 iniciaron una serie de excavaciones para entender el origen y cómo terminó bajo el agua.
Esta construcción cuenta con doble cinturón de muro de ladrillo separado de tres metros de ancho y emplazados sobre una base de arcilla. Esto favoreció a la conservación de los encofrados de madera y los postes que se utilizaron en su fundación.
Se estima que esta es la mejor muestra de los desastres que puede provocar el avance del mar, como le sucedió a esta villa romana, según explicaron. A pesar del oleaje constante, el equipo de expertos logró sumergirse en las aguas poco profundas y dio paso al programa de restauración submarina que tiene como objetivo trabajar durante tres años.
Según detalla el informe oficial, “la imponente estructura circular está cubierta de cocciopesto [material de construcción de la época romana] en algunos lugares, en otros aún se conserva parte del piso de opus spicatum, y solo en el centro se conservan pocos fragmentos de mampostería que lamentablemente no están en su lugar”.
Esta presunta villa romana, en la cual todavía queda mucho por descubrir y analizar -entre los datos más destacados, el año en que se levantó-, pudo ser el hogar de un aristócrata romano que vivió allí a lo largo de un buen tiempo. Eso dejó en claro la sofisticación y los detalles que tiene el esqueleto del edificio. En el proyecto de restauración, se limpiaron las paredes, el piso y la madera fue retirada con sumo cuidado.
En este momento, las autoridades prohibieron la navegación por este sitio, con el fin de brindarle protección, ya que representa uno de los vestigios más sorprendentes bajo el mar y que puede verse desde el aire.
LA NACION