Jorge Gregorio “Goyo” Perez Companc fue uno de los empresarios argentinos más emblemáticos de los últimos 50 años. Su fortuna, valuada en US$3900 millones, según informó la revista Forbes, lo convirtió en uno de los cinco empresarios más ricos del país. El dueño de la alimentaria Molinos Río de la Plata y productor agropecuario, entre otras inversiones, falleció el viernes a los 89 años.
Pero su vida no fueron únicamente los negocios. Tanto él como los demás miembros de su familia demostraron siempre un gran fanatismo por los autos, especialmente aquellos raros y de colección, de los emblemáticos few-offs de los cuales existen pocos en todo el mundo.
Sin ir más lejos, uno de los tesoros insignia de Gregorio Perez Companc ganó el premio Best of Show de Autoclásica 2023. Se trató de un Ford Model K Touring, fabricado en 1906. Son contadas con los dedos de la mano la cantidad de unidades de ese vehículo que existen en buenas condiciones en la actualidad y su historia tiene aún más valor que el propio vehículo.
Antes de que Ford lanzara a la venta el exitoso Model T, su predecesor fue testigo de momentos críticos en la economía de la automotriz y pudo haberse convertido en el último modelo en serie producido por Ford debido al fracaso en ventas. Esos componentes lo convierten hoy en día en más que una rareza.
Sin embargo, ese no fue el único auto que Perez Companc desfiló en un Autoclásica. El empresario era habitué de este tipo de eventos y siempre fue conocido dentro de la industria como el dueño de una de las mayores colecciones de autos clásicos en el país, con varios galardones de este estilo en su haber.
El empresario se caracterizó siempre por cultivar un muy bajo perfil, salvo contadas excepciones. El show antes mencionado fue una de ellas y un evento en 2017, donde compró tres exclusivos modelos de Ferrari, fue otro.
En aquel entonces, estimaba la prensa, Perez Companc había gastado cerca de 15 millones de euros en modelos few-off, término que se utiliza para encuadrar a autos de los cuales sus fabricantes apenas hicieron unas pocas unidades.
El más destacado fue la Ferrari 330 TRI/LM, fabricada en el año 1962 y que para ese entonces se vendía en 7 millones de euros. Ese auto en particular fue el último modelo con motor delantero que ganó Las 24 Horas de Le Mans, pilotado por Phil Hill y Olivier Gendebien.
Otro auto que adquirió en ese año fue la Ferrari 340/375 MM Berlinetta Pininfarina, de la cual existen sólo tres en el mundo, según informan medios especializados y que también se llevó el máximo galardón en Autoclásica 2018. Por otro lado, se hizo acreedor de la 340 MM Touring. Todos esos vehículos fueron destinados a ser guardados y exhibidos en su museo privado.
Esos son apenas algunos ejemplos de la pasión que Gregorio Perez Companc tuvo por los autos. Dentro del sector siempre fue conocido por su amplia colección de vehículos y, además, por ser dueño de un pequeño autódromo privado ubicado en Escobar, provincia de Buenos Aires.
El circuito tiene un poco más de 900 metros de extremo a extremo, con dos puentes y pistas adyacentes donde ubicar, probar y disfrutar de su amplia colección. Sus hijos, Jorge, Luis y Pablo heredaron esa pasión por el motor, llegando incluso a competir profesionalmente.
Luis, “el más ferrarista de los Perez Companc” manejó la Ferrari F2004 en octubre último en el autódromo italiano de Mugello, mismo auto que Michael Schumacher manejó en los Grand Prix de Australia, Malasia, Bahrain, Imola y España en 2004. Ese auto también es propiedad de la familia, adquirido en una subasta en 2005.
Pablo, por su lado, adquirió un Pagani Zonda Revolución en 2014, uno de los autos fabricados por el santafesino Horacio Pagani, conocido en la industria por ser uno de los fabricantes de autos de lujo hiperdeportivos más importante del mundo.
LA NACION