Por Juan Pablo Sarkissian
Y alguna vez iba a suceder. La fortuna que Newell’s acaparó en varios partidos adversos este viernes estuvo ausente.
En realidad hasta los 20 minutos del primer tiempo casi todo fue de Racing, que dispuso de situaciones claras de gol y Newell’s, fiel a su esquema, esperaba para generar alguna acción de peligro.
Cuando a los 25 minutos, en otra cancha pero en directa relación con lo que sucedía en Avellaneda, Argentino convirtió el primer gol contra Estudiantes, creímos (en verdad lo deseamos) que Newell’s iba arriesgar un poquito más; sólo se necesitaba un gol.
Y algo de eso sucedió. El juego se tornó más físico y al menos Newell’s emparejo el trámite maniatando a un Racing que no disponía de grandes ideas.
Y casi proponérselo, un despeje hacia la mitad de la cancha (no me digan que un pase, por favor) de Carlos González habilito a Luciano Ramón Herrera, que a puro coraje, encaro con potencia. Fue derribado con infracción, el jugador de Racing (Santiago Sosa) recibió la segunda amarilla y se fue expulsado.
Era el guiño esperado. Quedaba muy poco para final la primera etapa, ergo, Newell’s de todo el segundo tiempo para alcanzar su objetivo, es decir meter un gol.
No hubo que esperar nada, porque de la ejecución del tiro libre el rojinegro tuvo, en una misma jugada, tres situaciones para convertir. Gabriel Arias con una tapada a lo Keylor Navas, González al palo, Saúl Salcedo al travesaño y finalmente Tomás Jacob saco un potente disparo que, Arias, despejo con esfuerzo.
Una pena.
Por momentos daba la sensación que Newell’s podía. Sobre todo por el tiempo que disponía y la ventaja numérica.
No pasó.
Dice el latiguillo del futbol mundial que jugar con un hombre menos es una diferencia insalvable.
No pareció.
Newell’s es un equipo que le cuesta horrores atacar (ni hablar de convertir goles). Está pensado casi exclusivamente para defender, esperar y, con algún pelotazo, generar algún contragolpe; con lo cual, cuando le “regalan la pelota” tiene serias dificultades para generan juego.
No hay reproches. Siempre es bueno no perder y alcanzar picos de entrega, por momentos, admirables. Pero es preciso reconocer que no alcanza para un equipo de la jerarquía histórica de Newell’s.
Amontonar jugadores para defender, como contra Huracán, no es tan complicado y en general funciona. Pero para atacar no es lo mismo y Cristian Fabbiani lo sabe.
No sólo es un problema de falta de jugadores. Con estos mismos se puede jugar mejor. Perdón, se puede atacar mejor. Ya quedo demostrado. Sólo hay recordar el pasado reciente.