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“La idea fue mantener el aire clásico de la casa, con más calidez y una cuota de romanticismo. Mezclé maderas y ratán buscando una armonía entre lo nuevo y lo que estaba, para que todo se sintiera parte de una misma historia”, nos explicó la arquitecta Paula Lloret, a cargo del proyecto y la dirección de obra. Pero antes de ir a los materiales, vayamos a donde todo empezó: la cocina.
“Los dueños de esta casa están en una etapa en la que cocinar se volvió un plan compartido y, por ende, querían una cocina más moderna y protagonista, donde pudieran disfrutar del espacio además de preparar algo rico. Entonces, reformularla no fue solo una decisión estética: al abrirla e integrarla, activamos el corazón social de la casa. Circulación fluida, guardado y encuentro: todo se multiplicó“, enumera Lloret.
“La cocina es enorme, y tiene doble circulación gracias a que tiene dos volúmenes que podés rodear, como islas. El primero es el vajillero, donde se encuentra la heladera. Del otro lado tiene una despensa y una puerta oculta que lleva al lavadero. El otro volumen es la isla con mesada de mármol, que sirve como espacio de trabajo y mesa de comedor, ya que tiene tapa volada».
Uno de los ambientes que se amplió fue el lavadero, que ahora incluye una sala de máquinas perfectamente disimulada. “Lo reformamos por completo: diseñamos un espacio funcional que también sumara desde lo estético”.
Abrir la cocina al living-comedor fue el principio de un efecto dominó que terminó conectando toda la planta baja. «Empapelamos la pared para resaltar desde el comedor la vista y acceso a la cocina, que es una bomba”, dice Lloret, satisfecha.
Si la cocina se abrió, la galería, que se cerró para ganar espacio. Hoy tiene una relación súper activa con la cocina y el living-comedor. Ahora, con un amplio comedor para asados y un living con hogar a leña y tele, se usa muchísimo
“Generamos una secuencia social flexible, con carpinterías móviles para que cocina, comedor y quincho funcionen como una gran unidad o se dividan en situaciones más íntimas. Una dinámica nueva y distinta”.
El otro gran foco del proyecto se centró en el interiorismo. “La clienta quería una casa con carácter, cálida pero distinta de lo que se ve siempre”, cuenta Paula. Para lograrlo, trabajó una estética en la que conviven materiales nobles, detalles románticos y una paleta amable que le da unidad y estilo a toda la propuesta.
La planta alta no estaba en los planes, pero entró en la obra. “Rediseñamos los tres baños y unificamos sus materiales: mármol de Carrara en mesadas, vanitorys blancos y pisos de Travertino gris. Solo variamos los revestimientos de las duchas, para darle identidad a cada uno”.
El hijo varón pidió un cuarto sencillo y neutro. Se llegó al sobrio resultado que vemos abajo con la mesa de luz negra, los almohadones azules y cuadros con planos de ciudades.