El seleccionado chileno volvió a sufrir un duro golpe en las Eliminatorias Sudamericanas: cayó 2-0 ante Bolivia en Estadio Municipal De El Alto y se convirtió en el primer eliminado rumbo al Mundial 2026, que se disputará el próximo año en Estados Unidos, México y Canadá.
El equipo dirigido por Ricardo Gareca, que venía de caer por la mínima ante la Selección Argentina, quedó sin chances matemáticas de clasificar ni siquiera al repechaje. Con apenas 10 puntos y dos fechas por delante, ya no alcanza al séptimo lugar de la tabla, que hoy ocupa Venezuela con 18 unidades. Así, Chile se perderá su tercera Copa del Mundo consecutiva tras ausencias en Rusia 2018 y Qatar 2022, estirando su sequía hasta al menos el Mundial 2030.
La derrota en Bolivia marcó un nuevo retroceso para una generación que, tras conquistar dos Copas América (2015 y 2016), no logró sostener el recambio ni mantener un nivel competitivo. El último Mundial que jugó la Roja fue en Brasil 2014, y ya pasaron más de diez años desde entonces.
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Los números explican el declive: en las últimas tres Eliminatorias, Chile sumó apenas 55 puntos sobre 156 posibles (un 35% de efectividad), y a pesar de que Sudamérica ahora cuenta con 6 cupos directos y uno de repechaje, no logró estar ni cerca de clasificarse.
A eso se le suma un contexto adverso a nivel clubes: desde 1993 no tiene un representante en la final de la Copa Libertadores (U. Católica), y apenas ganó un título internacional en los últimos 30 años (la Sudamericana 2011 con la U. de Chile). En esa competencia, el único campeón chileno sigue siendo Colo-Colo, en 1991.
El golpe es histórico y obliga a una reconstrucción profunda, pensando en el Mundial 2030 como objetivo a largo plazo. Mientras tanto, la Roja mira desde afuera otra vez y genera una fuerte preocupación en sus hinchas con el correr de los años.
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