jueves, 12 junio, 2025
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La Tana, flamante eliminada de Gran Hermano: «La casa me desnudó y pude hacer las pases conmigo»

Apenas entró, hace cinco meses, en reemplazo de Keila -expulsada por haber puesto en duda ciertas decisiones de la producción-, parecía que Katia Fenocchio se iba a comer la casa. Además, su entrada fue de registro cuasi cinematográfico: montada a su moto rosa, recorrió las cuadras que separan un estudio -donde están Santiago el Moro, los panelistas y la tribuna- acompañada de un séquito de motoqueros que le hacían el aguante a «La Tana de La Matanza».

Pero con el correr de los días, antes de encenderse del todo comenzó a apagarse, un poco porque la costó adaptarse al encierro y otro poco porque muchos de sus compañeros le hicieron una suerte de vacío. La Tana transitó un hilván de síntomas, padeció la escasez de cigarrillos y, finalmente, supo reinventarse. A tal punto que quedó entre los siete semifinalistas entre 32 participantes de esta temporada (los 24 originales, los 8 «nuevos», más los reingresos por repechajes y visitas).

Pero en los últimos días, la convivencia con Selva y Eugenia, dos de sus principales rivales de juego, se le volvió insostenible. De eso, de la vida y de sus sueños habla este miércoles al mediodía en charla con Clarín, justo el día en que su hija cumple 16 años.

Así entró Katia, apodada «La Tana», a la casa de Gran Hermano, hace cinco meses. Captura TV.

-¿Qué sensación manda a menos de 48 horas de haber dejado la casa?

-Tengo dos muy fuertes: frustración y alivio. Por un lado me da cosa haberme quedado afuera tan cerquita de la final, con la chance de ganar la casa que tanto necesito. Y, por el otro, siento alivio porque di todo. Di mucho más de lo que yo misma imaginaba. La casa me desnudó y pude hacer las pases conmigo.

-Es casi una confesión de diván…

-Es que te juro que fue así, yo tengo una historia muy pesada con viejas heridas, con distanciamientos familiares, criando a mi hija sola como pude, haciendo malabares para poder pagar el alquiler donde vivimos juntas. No tuve una vida sencilla, me hice grande de muy chica y en la casa tuve tiempo de sobra para revisar mi propia historia. Pude sanar mi niña interior, que estaba bastante cascoteada. Y, a pesar que en varios momentos sentí bullying, ahí adentro logré enfocarme en mí y superarme.

-Suena a premio, aunque no hayas ganado la casa ni la plata.

-Desde que salí no paro de repetirlo: yo gané. Pero no lo digo como negación o consuelo, lo digo sinceramente. Ojalá hubiera llegado a la final y llevarme la casa y el dinero que me vendrían bárbaro, pero hice un camino muy piola con todas mis zonas oscuras y también mis partes luminosas.

«Pude sanar mi niña interior, que estaba bastante cascoteada», confiesa La tana sobre su paso por «GH».

Una contra dos

-¿Y por qué creés que ellas dos lograron desestabilizarte?

-Porque son bravísimas y me pegaron donde más duele. Selva llegó a decirme que soy mala madre, por ejemplo. Me enloquecieron las dos y me la hacían brava con mi adicción al pucho.

-Algunos, desde afuera, te condenaron por haberle escondido la virgencita a Selva.

-Busqué desestabilizarla, como ella lo hacía permanentemente conmigo. Fue una contra diez, más o menos. Fue la virgen como podía haber sido otra cosa. Lo que pasa es que sabía que con eso se iba a venir abajo y lo logré por un rato. Pero no quise jugar con la religión ni mucho menos: yo creo en Dios y con eso no se jode. No es que se la rompí ni pensaba llevármela. La escondí nomás.

-¿Siempre estuvo en tu placard?

-No, al principio la puse debajo de mi colchón. Y después, cuando se armó tanto quilombo, la metí en el placard. Además, fui al confesionario a preguntarle al Big (Gran hermano) si era delito lo que estaba haciendo y me dijo que no. No hice nada que estuviera prohibido en el juego. Todo el mundo esconde cosas, inclusive comida que se pudre…

Katia Fenocchio quedó eliminada del juego por el 52,4 por ciento de los votos. Y, desde afuera, este martes le anuló los votos a Eugenia.

Del otro lado de la línea, la voz de La Tana sigue sonando cascada, producto de muchos malestares que sintió en la casa y que la llevaban a estar bastante tiempo en la cama. Y esa posición provocó que la apodaran «la vaga».

-Muchos de los que salen dicen que una vez que termine el programa se van a hacer amigos aún de sus rivales. ¿Vos pensás igual?

-No, yo quiero volver a ver a la mayoría. Tengo muchas ganas de verme con Sandra, con quien hicimos un buen vínculo, con Lulú (Lourdes), con casi todos. Dudo que surja una relación con Eugenia y Selva, me la hicieron pasar muy mal y eso va más allá del juego. El otro día me moría del dolor de oído, estaba atada a ellas para cumplir un desafío por los puchos, y me enloquecieron.

-Y te desataste, a pesar de perder la chance de conseguir cigarrillos.

-Yo tengo el vicio muy instalado, pero siempre trato de morir en mi ley. Ellas estaban haciendo un juego muy feo conmigo, no respetaban ni mi dolor de oídos ni nada de lo que me pasaba y preferí recuperar algo de calma. Soy esto, tana, sanguínea y, si algo no me va, y ya no lo soporto, corto antes de salir más rota.

Tana de pura cepa

No es vano le dicen La Tana, una de las participantes que más sentimientos encontrados generó. Inclusive ella fue del «no te aguanto más» al «vamo, amigo» con unos cuantos. Como le pasó con Juan Pablo, alias Devi, con quien tuvo muchos enfrentamientos, pero al que ahora le desea que gane el certamen: «Es un tipo humilde, bueno, tuvimos nuestros choques, pero es el que más merece ganar«. Para ella, el mejor podio posible entre los seis semifinalistas se completaría con Luz y Tato (los otros tres semifinalistas son Ulises, Eugenia y Selva).

-El martes, en el debate, se vio el abrazo que te diste con Gigi (la prima que fue a darle apoyo a la casa por unos días, pero se cansó de La Tana y abandonó). ¿Hubo reconciliación?

-A pesar de que Selva y Eugenia me querían comer la cabeza con eso, yo sé quién es mi prima y quién soy yo. Nos abrazamos y quedamos en hablar tranquilas de todo lo que pasó y de cosas que me fui enterando.

-¿Y cómo fue el reencuentro con tu hija?

Zahira es todo para mí. Mi mayor miedo era que los compañeros del colegio la estuvieran cargando por mi culpa y me dijo que nada que ver, que siente orgullo. El año pasado no tuve plata para celebrarle los 15, pero justo hoy cumple 16 y voy a ver si puedo regalarle algo lindo esta misma tarde. Al menos pasamos un rato juntas, que terminó siendo un hermoso regalo para mí.

También se corre del carril típico de los ex que sueñan con ser panelistas: «No me cierro a nada, porque necesito laburar para poder mudarme. En unos días se me vence el alquiler. Pero si pudiera elegir me gustaría tener mi propio stream y poner una barbería. Y si sale algo más de actuación también me mandaría, soy muy caradura». De hecho, cuando se estrene la serie En el barro, el spin-off de El marginal, por Netflix, a la Tana se la verá en un rol periférico. Pero siempre por algún lugar se empieza.

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