domingo, 10 agosto, 2025
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Seguridad vial: por qué los argentinos no respetan las normas de tránsito y no mejora la forma de manejar

«Saben, pero no hacen». La frase puede parecer una generalización, pero sintetiza con precisión lo que sucede en calles, rutas y avenidas de la Argentina. Según un estudio realizado por la consultora D’Alessio IROL para la Asociación Argentina de Compañías de Seguros (AACS), el problema del tránsito no se explica solamente por falta de conocimiento: la mayoría de los argentinos tiene un buen dominio teórico de las normas viales, pero no las cumple.

“Desde la AACS entendemos que el problema de la seguridad vial no es solo de infraestructura, sino de conducta. Este estudio nos permite medir cómo piensan y actúan los conductores argentinos: qué saben, qué hacen y qué omiten. Queríamos aportar datos concretos para fomentar políticas públicas, controles más eficaces y campañas de concientización sostenidas, desde una mirada integral del riesgo”, explicó a Clarín el presidente de la AACS, Gustavo Trías.

El relevamiento muestra que más del 80% de quienes poseen licencia de conducir responde correctamente sobre normas básicas de tránsito, saben que significa cada una. A pesar de eso, continúan cometiendo errores en aspectos clave como el uso adecuado de los carriles en autopistas, la interpretación de señales preventivas y la seguridad en los cruces ferroviarios.

¿Por qué esa contradicción entre saber y no hacer? Para Trías, “hay una cultura social de permisividad. El informe muestra que más del 80% de quienes tienen licencia responde correctamente sobre normas básicas, pero no las aplica al conducir. Esa contradicción de saber pero no hacer es el mayor obstáculo para mejorar la seguridad vial. Falta control, sanción efectiva y, sobre todo, conciencia de que las infracciones no son inofensivas».

La titular de la Asociación Madres del Dolor, Viviam Perrone, coincide plenamente: “Esto es lo que estoy repitiendo desde hace varios años, que los hechos viales no se producen por falta de conocimiento y por eso yo no los llamo accidentes.»

«No es que ocurren accidentalmente, porque tanto el conductor como el peatón saben bien lo que se debe, lo que se puede y lo que no se debe o no se puede hacer, pero no obedecemos la ley. Y no obedecemos la ley porque no hay límites ni controles, y porque la gente sabe que si atropella a alguien, la verdad es que no hay consecuencia para quien lo hace», sostiene la madre de Kevin Sedano (14), quien en 2002 murió tras se atropellado y abandonado por el automovilista Eduardo Sukiassian, en plena avenida Del Libertador.

Viviam Perrone, la madre de Kevin Sedano (14), quien murió en 2002 tras ser atropellado por un automovilista.

Además, Perrone subraya la ausencia de sanciones severas para las muertes en incidentes viales: “Las leyes te dicen que matás a alguien podés recibir una pena de tres años en suspenso. Si alguna vez te aplican algo superior, después de un juicio oral, apelás y pueden pasar diez años, mientras tanto estás libre. En alguna instancia lográs que se baje la pena, que te den una pena en suspenso y listo. Para quien infringe la ley no hay consecuencias, solamente las hay para la víctima.«

La práctica, una deuda pendiente

Respecto del informe para la AACS, el 92% de los encuestados considera que la forma de manejar no mejoró en el último año. Además, el 42% reconoce haber estado involucrado o haber presenciado un accidente de tránsito en 2024 o 2025. Esa cifra asciende a 53% entre quienes circulan con frecuencia por calles y avenidas.

“Ese 92% que percibe que no se conduce mejor revela una sensación social de retroceso y riesgo persistente”, señala Trías. “También sorprende el alto reconocimiento del uso del celular como principal factor de peligro, más allá de la infraestructura vial», completa.

Por su parte, Perrone advierte que el uso del celular es una amenaza creciente: “El hecho del celular es increíble, la cantidad de conductores que lo usan mientras manejan es alarmante. Es un factor que distrae, reduce los reflejos y multiplica el riesgo de colisiones.”

Deudas estructurales y estadísticas subestimadas

Para Perrone, la deuda es también de infraestructura. “Los gobiernos, sean provincial, nacional o municipal, se echan la culpa unos a otros. Las rutas están destrozadas y necesitamos buenas rutas. Si queremos ser un país que avance económicamente necesitamos rutas para que circulen camiones apropiadamente. Y tienen que entender que no es un gasto la inversión en seguridad vial», indica.

Tramo de la ruta 31, entre Salto y Rojas, que están repavimentando. Foto: Fernando de la Orden.

También denuncia que las cifras oficiales subestiman la magnitud del problema: “En el mundo muere una persona cada 26 segundos. En la Argentina, entre 14 y 20 personas por día. A nivel oficial dicen 14, pero hay muchas muertes que no se cuentan porque no todas las jurisdicciones siguen el criterio de la OMS, que dice que hay que contabilizar a quien fallece hasta un mes después del hecho.»

«En CABA, por ejemplo, solo los incorporan hasta una semana después. Mi hijo Kevin falleció una semana después de un hecho vial y en las estadísticas quedó como fallecido por un paro cardiorrespiratorio. Eso es inaceptable», detalla Perrone.

Conductores distraídos, rutas deterioradas y escaso control

El uso del celular al volante aparece como el principal factor que empeora la circulación. Le siguen el desconocimiento sobre prioridades de paso, la imprudencia de los motociclistas, el estacionamiento en doble fila y el mal estado de las rutas y calles.

“Si tuviera que elegir un solo cambio de hábito que salvaría más vidas en el tránsito argentino, sería dejar de usar el celular mientras se conduce. Es la principal causa señalada por los encuestados. Usar el teléfono distrae, reduce los reflejos y multiplica el riesgo de colisiones. No hay excusas: ni ‘es solo un segundo’ ni ‘voy despacio’. Si lográramos erradicar ese hábito, daríamos un paso importante hacia un tránsito más seguro”, advierte Trías.

Radiografía por regiones

Aunque los problemas se repiten en todo el país, cada región presenta sus propios matices.

  • En el AMBA, predominan el uso del celular, el mal estado de rutas y la doble fila.
  • En CABA, se suma la congestión por bicisendas y la falta de estacionamiento, lo que empuja a muchos a dejar el auto en doble fila.
  • En el interior, sobresalen el exceso de velocidad y la imprudencia generalizada.

“Esto refuerza la necesidad de estrategias diferenciadas por zona”, explica Trías.

Impacto económico y social

El mal comportamiento al volante no solo afecta la seguridad, sino que también incrementa el costo del seguro. “Cada accidente tiene un costo: reparaciones, indemnizaciones, atención médica y judicialización. Cuando esos hechos se repiten, aumentan los riesgos y el costo del sistema. El seguro se ve directamente afectado por el comportamiento vial”, sostiene el presidente de AACS.

«Cuando los argentinos se quejan del costo de los seguros y se comparan con otros países, no tienen en cuenta que por ejemplo en comparación con España, en Argentina hay más de 5.000 muertes anuales, contra 1.800 en España con una población mayor. Todos los accidentes de tránsito tienen un responsable, y al tener un seguro obligatorio, el daño que comete el responsable a un tercero lo pagan los aseguradores”, detalla.

El costo más alto, sin embargo, es el humano. “Más de 5.000 muertes anuales y miles de personas con secuelas permanentes. A eso se suma el dolor de las familias, la saturación del sistema de salud y las pérdidas económicas. El tránsito inseguro es una de las principales causas de muerte evitable en Argentina. Por eso hablamos de una deuda ética, no solo de una falla de gestión”, resume.

Cómo revertir el deterioro

La mayoría de los encuestados coincide en que la solución requiere sanciones más estrictas, controles frecuentes y campañas de concientización.

La mayoría cree que hacen falta sanciones severas y más controles. Foto: Andrea D’ Elía.

El 86% de los encuestados pide sanciones más severas para infracciones graves. Esa es la demanda más fuerte. Pero no basta con sancionar: hay que controlar y educar. Las campañas de concientización son fundamentales, pero no sustituyen al control en la vía pública. El enfoque tiene que ser integral, con continuidad y articulación entre Estado, empresas y sociedad civil”, dice Trías.

Según el informe, la ciudadanía espera del Estado más controles, más sanciones, mejor infraestructura y planificación urbana. “Un rol activo, permanente y articulador. La seguridad vial no puede estar fragmentada entre niveles de gobierno. Requiere una política nacional con aplicación local efectiva. La articulación interjurisdiccional es clave”, considera el titular de AACS.

Cuando se le pregunta si en Argentina falta una política integral de seguridad vial, Trías es contundente: “Claramente. Hay esfuerzos valiosos, pero dispersos. El informe refleja que la sociedad percibe una falta de liderazgo y continuidad. Necesitamos una política de Estado, con metas medibles, presupuesto estable y compromiso sostenido. La seguridad vial debe dejar de ser una preocupación secundaria: es un tema urgente de salud pública», cierra.

AA

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