El Primer Ministro de Japón, Shigeru Ishiba, anunció el domingo su renuncia, marcando el inicio de un período de incertidumbre política y económica en la cuarta economía más grande del mundo.
La decisión llega tras una serie de derrotas electorales sufridas por su coalición gobernante y en medio de tensiones económicas provocadas por el efecto de los aranceles que impuso el presidente estadounidense Donald Trump.
Ishiba, de 68 años, asumió el poder menos de un año antes, tras varias tentativas fallidas por liderar su partido, el Partido Liberal Democrático (LDP), que ha dominado la política japonesa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Su breve mandato estuvo marcado por una creciente insatisfacción popular debido al aumento del costo de vida, lo que resultó en la pérdida de la mayoría parlamentaria en ambas cámaras durante su gobierno.
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Aunque inicialmente se resistió a dimitir, Ishiba finalmente reconoció la presión política y asumió la responsabilidad por los fracasos electorales, especialmente después de los resultados adversos en las elecciones de la Cámara Alta en julio.
Antes de anunciar su dimisión, Ishiba logró concretar un acuerdo comercial con Estados Unidos, su mayor socio comercial, comprometiéndose a inversiones por USD 550 mil millones a cambio de la reducción de aranceles estadounidenses, especialmente en el sector automotor, clave para la economía japonesa.
Según Ishiba, este acuerdo representaba un hito y un punto de inflexión que justificaba pasar el liderazgo a la siguiente generación. No obstante, los efectos negativos de los aranceles ya habían debilitado las proyecciones de crecimiento de Japón.
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La renuncia de Ishiba desencadenó preocupaciones en los mercados financieros. La incertidumbre política generó una venta masiva de yenes y bonos del gobierno, con el rendimiento del bono a 30 años alcanzando un récord histórico. Analistas prevén que esta presión financiera podría intensificarse, sobre todo si el nuevo líder opta por convocar elecciones anticipadas.
Ante la convocatoria de una elección de emergencia en el LDP, Sanae Takaichi y Shinjiro Koizumi emergen como los principales candidatos para suceder a Ishiba. Takaichi, veterana del partido, es vista como partidaria de una política fiscal expansiva y ha criticado los aumentos de tasas de interés del Banco de Japón, lo que podría generar inquietudes entre los mercados.
Por otro lado, Koizumi, actual ministro de Agricultura y figura mediática, ha ganado notoriedad por sus esfuerzos en contener los precios, pero no se espera que implemente grandes cambios en la política económica.
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Aunque el LDP sigue siendo el partido más fuerte en la Cámara Baja, ya no posee mayoría en ninguna de las cámaras del parlamento, lo que complica la designación automática de su próximo presidente como primer ministro.
Si bien el nuevo líder podría buscar legitimidad mediante una elección anticipada, una encuesta indicó que el 55% de los japoneses no ve necesario convocar comicios ahora.
Al mismo tiempo, la oposición política sigue fragmentada, aunque el ascenso del partido de derecha Sanseito en las elecciones recientes ha llevado ideas renovadas al discurso político dominante.
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Ishiba expresó su preocupación por el entorno geopolítico, haciendo referencia a una reunión reciente de los líderes de China, Rusia y Corea del Norte en Pekín, lo que subraya los desafíos de seguridad que enfrentará su sucesor.
El presidente de Keidanren (la principal federación empresarial de Japón), Yoshinobu Tsutsui, urgió al nuevo líder a actuar con rapidez y fomentar la unidad partidaria para enfrentar los desafíos domésticos e internacionales.