domingo, 21 diciembre, 2025
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Micros RosarioBuenos Aires: se multiplican las quejas por demoras, roturas y pésimo servicio

Viajar en colectivos de larga distancia es la alternativa más popular del transporte interurbano argentino. Sin embargo, numerosos pasajeros denuncian un deterioro evidente en este servicio, especialmente en el trayecto Rosario–Buenos Aires, uno de los más usados del país. Los reclamos se repiten: micros que se rompen en plena ruta, demoras por horas sin información oficial, falta de higiene, ausencia de aire acondicionado, unidades en mal estado y demora para recibir respuestas formales ante las quejas.

La situación genera un malestar creciente entre los usuarios, que sienten que pagan tarifas elevadas para recibir un servicio cada vez más precario.

Tras la desregulación del transporte de pasajeros dispuesta por el gobierno nacional, el servicio de micros Rosario-Buenos Aires viene sufriendo una permanente degradación. Por de pronto, y siempre y cuando el micro no se rompa en el medio del camino, el viaje que antes tardaba cuatro horas, en la actualidad demora casi seis. Es que dejó de ser un micro directo Rosario-Buenos Aires: ahora todos los servicios ingresan a las terminales de San Nicolás y San Pedro, más otras tantas paradas fijas que tiene en el Gran Buenos Aires antes de ingresar a la Capital Federal.

Uno de los testimonios más contundentes que recabó La Capital es el de Celina, usuaria del servicio Rosario–Buenos Aires que intentó viajar el 5 de diciembre pasado rumbo a la terminal Pacheco con la empresa El Rosarino.

El servicio salió a las 15 horas, en vez de las 14.10 pautadas, y desde el comienzo viajó con el aire acondicionado fallando. Ya en la ruta, el micro se rompió en San Nicolás y quedó detenido en el parador de dicha ciudad sin respuestas. Los pasajeros de ese micro estuvieron tres horas varados sin información, con promesas de un reemplazo que no llegó, soportando 40 grados de calor y un parador sin aire acondicionado, sin agua en los baños y sin asistencia real.

rosar

Celina relató que pasadas cuatro horas, tuvo que desistir del viaje a Buenos Aires y debió volver a Rosario usando otra unidad que regresaba a la ciudad, perdiendo el día y el valor del pasaje: “Perdí el día de trabajo y nunca funcionó el servicio. No atendieron el teléfono y no me devolvieron lo que pagué”, denunció.

Dos días después, la empresa El Rosarino en lugar de devolverle el total del dinero del valor del pasaje, le respondió ofreciendo un «descuento del 25%» para un futuro viaje, sujeto a restricciones. Ni devolución económica ni resarcimiento por la jornada perdida.

En lugar de devolver, como mínimo, el valor del pasaje de un servicio que falló, ésta fue la textual respuesta de la empresa ante el incumplimiento: «Respecto del reclamo con número de gestión #5030028, lamentamos los inconvenientes ocasionados. En compensación, le asignaremos un código de descuento del 25%, válido para la compra de pasajes en servicios de transporte de larga distancia ofrecidos por cualquiera de las empresas del grupo. Tenga en cuenta que el código tiene vigencia de 3 meses hasta el 30/04/2026 excluyendo desde el 15 de diciembre 2025 al 15 de febrero 2026».

Reclamos masivos en redes: demoras, suciedad y unidades rotas

En la red social X (ex Twitter) los reclamos por el servicio de micros de Rosario-Buenos Aires se volvieron masivos y diarios. Los usuarios describen experiencias similares a la de Celina: denuncias de horas de atraso, roturas constantes, falta de limpieza y, sobre todo, ausencia de controles oficiales efectivos.

“Los del Rosarino son un desastre realmente, de lo peor. Mi pareja tenía un pasaje para las 20 horas, llegó a esa hora y ya se había ido el micro, ni un minuto esperaron. Otro día sacó otro pasaje y el micro llegó dos horas tarde a la terminal. Encima te quejás y no te dan bola”. (Federico Bassi)

“Otra vez la odisea de viajar en El Rosarino a Buenos Aires. Mi mujer varada dos horas. Hoy de nuevo se rompe un coche en San Pedro. Esta vez ya tenía los pasajes comprados. No la tomo nunca más”. (Maggi)

“Ni hablar de que el micro es un asco. En mi asiento había pañuelos usados del pasajero anterior”. (@cassandra_goth3)

“La CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) ya no controla. Te toca un micro Chevallier de más de 20 años. Se supone que un micro con más de diez no puede salir a la ruta”. (Marce Rey)

“Mi hija se perdió medio concierto al que fue. Llegó tardísimo a Buenos Aires”. (@Esaladerrulos)

“Canceladísimo El Rosarino. Fui dos veces este año y tardó casi seis horas”. (@jnewell74)

“No hay vez que no pase algo: retraso, suciedad, aire que no funciona. Viajamos como en la India y pagamos como en Europa”. (@mariselariera28)

“Un asco. Mal estado y sucio. Llegan tarde, no les importa nada. Una vez salí 14.30 de Retiro y llegué a las 23 a Rosario”. (@Mar_Rocio99)

“Ayer viajé con la empresa Urquiza. Salió tarde y se rompió en Zárate bloqueando el peaje. No podíamos bajar ni abrir la bodega para sacar el equipaje”. (@evelynorpianesi)

“A la larga o a la corta, todas las empresas de micro alguna vez nos dejan varados. Pero aumentó la frecuencia con El Rosarino en el último año”. (Julio Calcagnino)

“Compré pasaje desde Río Tala a Retiro. Esperé y esperé, y el micro no aparecía. Finalmente, El Rosarino llegó casi dos horas tarde”. (Matías Javier González)

“Malos coches, feo olor, sin servicio a bordo. Siempre demorado. Una vergüenza”. (Julio Belloni Gille)

“Tema aparte: exceso de velocidad, techos rotos, butacas quebradas. Todo es degradación”. (@JusticiaRosari0)

“Viajar a Buenos Aires es un suplicio. Salen sin controlar, nadie inspecciona nada”. (@AlvaroDeRosario)

Las quejas pintan un panorama uniforme: deterioro estructural, improvisación y desprotección del usuario.

Desregulación del transporte: el nuevo escenario

Desde noviembre de 2024 el transporte de larga distancia funciona bajo una fuerte desregulación nacional, que permite a las empresas definir tarifas, recorridos y horarios sin control previo del Estado.

Las claves del nuevo marco:

  • libertad operativa para empresas

  • ingreso de nuevos actores

  • menos trámites y autorizaciones

  • digitalización del sistema

  • mantenimiento de mínimos estándares técnicos

El objetivo, según explicitó el gobierno nacional, era fomentar la competencia y dinamizar el mercado. Pero la consecuencia concreta está pegando fuerte en la ruta Rosario–Buenos Aires: usuarios denuncian caída del mantenimiento, falta de inspecciones efectivas, escasa higiene y mayores márgenes de incumplimiento.

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