lunes, 18 agosto, 2025
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Análisis | Un estudio que corrobora la autenticidad de la evidencia y deja sin argumentos al kirchnerismo

El peritaje de 312 carillas que realizó la Gendarmería Nacional y que prueba que los cuadernos de las coimas fueron escritos por Oscar Centeno y que las copias digitales realizadas por LA NACION se compadecen con los originales, corroboran la autenticidad de las evidencias que llevarán a Cristina Kirchner a enfrentar un nuevo juicio como jefa de una asociación ilícita a partir del 6 de noviembre.

Al mismo tiempo, el peritaje elimina la hipótesis de que los cuadernos hubieran sido falsificados o escritos por otra persona, que fueran un invento de los servicios de inteligencia o una creación de alguien más. Nada de eso.

Los cuadernos son lo que eran cuando llegaron a las manos de los periodistas de este diario liderados por Diego Cabot, que iniciaron esta investigación y que para asegurar la prueba y trabajar con ella realizaron copias digitales.

Durante los seis años que lleva la investigación de la causa Cuadernos, el kirchnerismo los minimizó llamándolos “fotocopias” y diciendo que en verdad no existían. Este peritaje comprueba ahora que los cuadernos existen y que los originales están resguardados por el tribunal, y no como declaró de manera mendaz el propio Centeno, que en una declaración indagatoria de 2018 (donde puede mentir para defenderse) dijo que habían sido quemados.

Ahora, este estudio es determinante al señalar que el autor de los originales es el propio Centeno. De los 8 cuadernos se conservan 7, ya que falta el número 5, del que se conserva una copia digital.

El peritaje así se convirtió en un “punto de cierre” en la disputa sobre la autenticidad de los cuadernos y refuerza la narrativa de la acusación de que existió un sistema organizado de recaudación ilícita.

El peritaje blinda al tribunal frente a posibles alegatos de persecución política, al haber una pericia científica e imparcial, y facilita que los jueces se concentren en las responsabilidades penales y no en la validez del documento.

El peritaje va mas allá y sostiene que las copias digitales son fieles de los cuadernos originales, ya que en ambos las grafías «se corresponden morfológicamente con las grafías de Cesar Bernardo Centeno».

No solo el trabajo desecha el argumento central para descalificar la prueba, sino que refuerza la credibilidad del relato del chofer Centeno como imputado colaborador, al quedar probado que las anotaciones eran de su puño y letra, con lo que se diluye la idea de que se falsificaron para incriminar a los funcionarios.

La coincidencia entre las copias digitales publicadas y los originales judicializados fortalece la cadena de custodia y demuestra que lo publicado por LA NACION y lo remitido al tribunal son el mismo material, sin distorsiones.

Los cuadernos de las coimasArchivo

Al mismo tiempo, se asegura que el material utilizado para imputar y procesar a los acusados es confiable, pues legitima el valor probatorio de los cuadernos como prueba documental, más allá de los testimonios.

Sin embargo, los cuadernos no son la prueba central del caso, apenas es el nombre periodístico que tiene la causa, porque las evidencias de la causa de los cuadernos de las coimas son la evidencia externa que los sostienen.

Los relatos de Oscar Centeno que los corroboran, las verificaciones de las direcciones allí escritas que se compadecen con los estacionamientos o garajes de las empresas donde fueron recogidas las coimas, la documentación bancaria que acompaña la causa y verifica movimientos económicos que se compadecen con los pagos, las planillas de obras públicas de los empresarios que mantenían sus contratos.

Mas allá de los cuadernos, están las declaraciones de los “imputados colaboradores”, empresarios y funcionarios arrepentidos que admitieron ante el juez de instrucción Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli haber pagado y cobrado (según el caso) dinero para conservar sus contratos o concederlos.

El fiscal Carlos Stornelli y el fallecido juez Claudio BonadioAlfredo Sabat – LA NACION

Las fechas y lugares anotados por Centeno coinciden con los movimientos reales de funcionarios y empresarios y varios imputados arrepentidos ya confirmaron la dinámica de los pagos; la pericia refuerza la autenticidad de sus dichos.

Al haber sido escritos por el chofer, su valor se equipara al de una “agenda personal”, un registro espontáneo y continuo que tiene impacto en el juicio oral por venir.

Ahora en el proceso, donde la fiscal Fabiana León será la acusadora, se acota la discusión a la veracidad de los hechos narrados, no a la autenticidad del documento y quedan limitadas las capacidades de plantear nulidades basadas en la supuesta falsificación.

Las defensas se van a parar en los retoques, en las enmiendas y las sobrescritturas detectadas en el cuaderno 3. Acá el peritaje concluye que no se puede establecer quién las hizo pero no descarta que pudiera haber sido efectuada por el propio Centeno.

La defensa de los acusados se apoyó en esta sobrescritura para pedir la nulidad de la causa en base a descalificar a los cuadernos, pero los jueces ya rechazaron este intento. Aunque se detectaron enmiendas y la falta de un cuaderno, el grueso de la evidencia permanece intacta y las tachaduras en un cuaderno no afectan la autoría global confirmada en todos los demás.

Lo mismo ocurre con la ausencia del original del cuaderno Nº 5 que no invalida el conjunto, porque existen siete cuadernos restantes más las copias digitales. El margen para las defensas se redujo y pueden a lo sumo cuestionar la integridad del material, la autenticidad de su contenido o que era un testigo de oídas pero no de los cobros en sí.

Todos estos argumentos se ventilarán en el juicio donde hay testigos, documentos y confesiones que los ponen en crisis. Los defensores harán pie en las alteraciones detectadas, pero para instalar la sospecha de manipulación o direccionamiento de la prueba, peor hasta ahora esos intentos fueron vanos.

El kirchnerismo sigue diciendo que los cuadernos nacieron como parte de una operación mediática y judicial y que se usaron con fines políticos y no solo judiciales, pero es ahora la fuerza de la evidencia la que va a hablar cuando estos documentos sean cotejados con el resto de la prueba.

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