sábado, 19 abril, 2025
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Luis Campos: «La mayoría de los acuerdos salariales se cerraron a la baja»

El primer trimestre del año estuvo marcado por una actividad intensa en materia de protestas callejeras, con grandes movilizaciones que expresaron reclamos contra el gobierno nacional. El paro general de la semana pasada cerró ese período calendario devolviendo a la calle a un actor importante, como es la Confederación General del Trabajo (CGT). Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma, y autor del libro “La fortaleza, sindicatos, Estado y relaciones de fuerza”, analizó la huelga en el contexto de una conflictividad creciente, relacionada con la represión a los jubilados y con el rebrote inflacionario que profundiza la caída del poder adquisitivo del salario.

“La gran mayoría de los acuerdos salariales que se cerraron, dada una inflación que va a estar cómoda en el 3% mensual, son a la baja», dijo y advirtió que «uno de los conflictos a poner el ojo es por los eventuales pedidos de reapertura de las negociaciones en aquellos sectores que pactaron incrementos en torno al 1% mensual”. El especialista consideró que, más allá de las discusiones sobre el nivel de adhesión, la medida convocada por las centrales sindicales “fue importante y sus impactos se van a ver en el tiempo”. Sobre todo, para enfrentar el ataque de “una clase empresaria que en su conjunto asumió que tiene que disciplinar a los trabajadores y las trabajadoras y que cuenta al Estado como su representante general en los distintos niveles”.

Fue un paro que se veía venir. Se acumularon muchas razones durante mucho tiempo para poner a las organizaciones sindicales, y fundamentalmente a la CGT, ante la necesidad de impulsar alguna medida. Lo que se generó los miércoles durante las movilizaciones de jubilados y jubiladas, con represiones muy importantes, ponía a algunas dirigencias en la situación incómoda de estar viéndola pasar. Frente a este deterioro de las condiciones de vida y a demandas que empiezan a plantearse a nivel de los lugares de trabajo o seccionales, hubo una reacción. Una huelga general es un hito, no es ni el punto de llegada ni el de partida sino parte de un proceso que todavía está abierto. Hay que ver cómo evoluciona, en un contexto en el que en el mejor de los casos el salario real se estancará en niveles muy bajos. Y digo en el mejor de los casos porque ya el dato de la inflación de marzo muestra en el primer trimestre una caída importante del salario real. Todo indica que se va a profundizar durante el segundo trimestre. También hay una situación bastante complicada en materia de empleo. Si a todo le sumamos esta idea de la Secretaría de Trabajo de no homologar paritarias por encima del entre el 1% y el 2% mensual, con niveles inflacionarios que ya están bien instalados arriba del 3%, se caía de maduro el impulso de alguna medida de fuerza. Aun en el contexto de un mercado de fuerza de trabajo muy fragmentado, con trabajadores por cuenta propia y asalariados no registrados que tienen muchas dificultades, y con alguna discusión en torno al funcionamiento del transporte público, lo que le quitó un poco de fuerza a la medida. Pero el paro fue importante y sus impactos se van a ver en el tiempo.

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La impactante marcha avanza por calle Corrientes. Fue uno de los actos realizados en esta jornada de paro general

Foto: La Capital / Sebastián Suárez Meccia.

Se vio un activismo patronal intenso para combatir contra la medida. Por parte de las empresas y de los Estados, con el presentismo y los descuentos. ¿Ese es el contexto en el que se van a desarrollar las luchas de los trabajadores en los próximos meses?

Uno de los historiadores más importantes que tiene la clase obrera en nuestro país, Nicolás Iñigo Carreras, decía hace un tiempo que a los trabajadores nos declararon la guerra pero no lo queríamos asumir. Efectivamente, los empleadores están implementando distintas técnicas para llevar adelante este enfrentamiento, en este caso avalados por el Estado en sus distintos niveles. Es un ataque muy fuerte, abierto. La idea de que el conflicto es parte de un sistema de relaciones laborales y que se administra mediante una negociación de manera más o menos pacífica, no está en la etapa histórica que estamos viviendo. En este momento, la clase empresaria en su conjunto asumió que tiene que disciplinar al conjunto de los trabajadores y las trabajadoras. Y el Estado en sus distintos niveles está funcionando como el representante general de esa clase. El presentismo en muchos casos puede ser el 20% del sueldo. Me pasó de cruzarme con trabajadores que decían: «Yo estaba de acuerdo con el paro pero no puedo perder el presentismo». El descuento del día casi que es parte del costo que asumimos los trabajadores y las trabajadoras cuando llevamos adelante una medida de fuerza pero una cosa es que te descuenten el 5% de tu sueldo y otra que te saquen un cuarto. Tanto los empleadores como los gobiernos nacional y provinciales jugaron muy fuerte contra el paro. Y aún así, la medida de fuerza en algunas ramas fue muy importante, sobre todo en aquellos sectores industriales a los que el gobierno apuesta, como la energía, el petróleo, el complejo agroexportador.

¿En algún momento empieza a pesar más la pérdida de una paritaria a la baja que estos mecanismos de presión?

Diría que es el gran conflicto que se viene en estos meses. La gran mayoría de los acuerdos salariales que se cerraron, dada una inflación que va a estar ubicada cómoda en torno al 3% mensual, son a la baja. Hay excepciones pero la mayoría de los acuerdos fueron negociados en otro contexto, con una fuerte presión de la Secretaría de Trabajo para fijar una senda decreciente, bajo el argumento de que la inflación también iba a ir bajando. Este segundo supuesto no se cumplió. Me parece que uno de los conflictos a poner el ojo es por los eventuales pedidos de reapertura de negociaciones salariales de aquellos sectores que habían negociado incrementos en torno al 1% mensual para estos meses. Y habrá que ver cómo va a ser recibido eso tanto por los empleadores como por la autoridad de aplicación.

Esta disputa se da en el marco de un mercado de trabajo que los últimos números del Indec volvieron a marcar un deterioro. ¿Creés que durante este año se va a profundizar?

En el mejor de los casos no va a mejorar. No sabemos si va a empeorar pero difícilmente el 2025 sea un año de recuperación del empleo o el salario. Esto no quiere decir necesariamente que vaya a subir la desocupación porque ya desde hace un buen tiempo el ajuste en el mercado de fuerza de trabajo está siendo más por calidad que por cantidad. Es decir, crece la ocupación en las formas más precarias. De hecho, el 6,4% de desocupación que informó el Indec para el cuarto trimestre del 2024 no es extremadamente alto para un país que, en su historia relativamente reciente tuvo tasas en torno del 20%. Sí es cierto es que hay una parte muy importante de los que tienen trabajo que salen a buscar más trabajo porque el ingreso no les alcanza. El propio Indec lo puntualiza en la categoría de ocupados demandantes de empleo. Si los sumamos a los desocupados, vemos que uno de cada cuatro trabajadores en nuestro país está buscando activamente trabajo. Ese es otro de los datos salientes de nuestro mercado de fuerza de trabajo. Viene desde hace mucho tiempo aunque se agravó con este gobierno.

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