Mauro Szeta es uno de los periodistas más respetados y queridos del país, especialmente por su labor en policiales. Pero esta vez, lejos del análisis de casos y la crónica dura, abrió su corazón y habló en una entrevista íntima con la revista Gente sobre la relación con su hermano Darío y cómo cambió en los últimos años.
A tres años del fallecimiento de sus padres, Mauro reflexionó sobre el duelo y cómo esa pérdida los transformó. “Por lo general, o al menos yo lo vivo así, nos queda la idea de: ‘Qué no hice’, ‘qué podía haber hecho mejor’, ‘qué cosas me quedaron pendientes de hablar’”, expresó con honestidad sobre el proceso que atravesaron.
Con palabras cargadas de emoción, confesó cuánto extraña incluso aquellas cosas que en su momento podían resultarle molestas: “Cuando no tenés a tus viejos, decís: ‘¡Ojalá me molestaran un poquito!’. Simbólicamente decís: ‘¡Ojalá tuviese a mi vieja para que me diga algo!’, que probablemente de chico no querías escuchar”.
En esa charla, Mauro también reconoció cuánto lo marcaron sus padres y qué valores heredó de ellos. “De mi viejo, el laburo, la vocación por el trabajo. Era un tipo como yo en el sentido de trabajar 24-7, le apasionaba lo que hacía. Y de mi vieja, probablemente todo este costado que tiene que ver con la carrera, el periodismo”.
Pero uno de los aspectos más conmovedores de la entrevista fue cuando habló del vínculo con su hermano Darío Szeta, también periodista. Lejos de tomar caminos separados tras la pérdida, lograron reconstruir un lazo aún más fuerte.
“Se profundizó mucho más. Nos dimos espacio para encontrarnos, para reconocernos, para compartir, para vernos. Ahora vivimos muy cerca uno del otro, con lo cual nos vemos más seguido, nos disfrutamos. En un encuentro con un hermano podés hablar de muchas cosas, disfrutar un vino, una comida, está muy bueno» dijo Mauro.
Y siguió: «En el medio, obvio, está el dolor que sentimos los dos. Eso también nos unió mucho más”. Darío había contado anteriormente que Mauro, que contó por qué traicionó a Telefe, fue quien se puso al hombro el cuidado de sus padres durante la enfermedad de su papá, algo que Mauro confirmó con humildad.
“Yo aprendí a vivir con mi viejo, sobre todo con mi viejo en la enfermedad, disfrutarlo en ese momento. Me dio ganas, a pesar de que era un padre que ya no tenía mucho reconocimiento de las cosas neurológicamente. A mí me hizo bien acompañarlo” expresó.
Y agregó con sinceridad: “Sí, puse más el cuerpo desde lo físico, puede ser porque vivía más cerca de mi viejo. Pero en lo emocional me pareció que de los dos, por igual, lo dimos todo”.